Friday, August 1, 2008

PASOLINI EN MEDELLIN, paper para OUR MEDIA 7

Pasolini en Medellín
Apuntes para una Etnografía Visual sobre la periferia, cuatro años de experiencia con jóvenes realizadores.

Por[1]: Germán Arango Rendón[2], Camilo Pérez Quintero[3], Mónica Pérez Marín[4] y Jair Vega Casanova[5]

Resumen:
En el marco del proyecto Organizaciones Juveniles: ¿Espacios de legitimación, resistencia o alternatividad?, el texto presenta una reflexión sobre el proyecto “Pasolini en Medellín Apuntes para una Etnografía Visual sobre la Periferia Urbana”, el cual pretende con jóvenes habitantes de barrios periféricos explorar la ciudad desde su propia perspectiva y su mirada. Desde la “Transferencia de Medios”, ha construido una serie de procesos formativos en técnicas y conceptos (audiovisuales y etnográficos) que buscan convertir a los jóvenes participantes en una suerte de antropólogos visuales nativos, con el objetivo de que ellos puedan volver a su propio territorio -el barrio-, para observarlo nuevamente y detenerse en aquello que pareciera no tener ninguna importancia: lo cotidiano, y así pensar de manera crítica sus identidades barriales y los imaginarios que la ciudad y en gran medida la violencia ha construido sobre ellos.
Además de la descripción conceptual y metodológica sobre el proyecto se incluye una reflexión por parte de sus directores a través de un Making Off -la mirada que mira la mirada- y un análisis acerca de las características de los jóvenes que aceptaron la convocatoria, participaron en todas las actividades del proyecto y continúan de alguna vinculados a dinámicas de comunicación, de tal forma que nos permita entender, a partir de sus memorias, las motivaciones y expectativas que los llevaron a vincularse y las demandas que el mismo permitió satisfacer.

Palabras clave:
Jóvenes, identidades políticas, antropología visual, periferia urbana, transferencia de medios.


“Así es mi barrio, jo… me han hablado de cosas buenas y malas, eso ha de ser relativo, muchas son las andanzas, al filo las miradas, cálidas calles caminadas al cruce de espadas, admitidas enseñanzas, no valen de nada las fianzas, fluyen la risa, charlas, son los saberes mucha caña, en tiempo duro las marañas, mucho he hecho para ver callar las armas, choque de palmas, pocas son las finanzas, alto el nivel de esperanzas… , circula la verdad de rumores, se forjan los perfiles, riqueza que Scherazzi no saca en desfiles, cuantas cosas pasan cuantas se dicen, no hay una foto, un video, ignorantes noticieros en los barrios el talento rebosa la lista de medios… ven conoce el barrio y dime si sus aromas no son sublimes, no son sublimes... Así es mi barrio, ese es mi barrio... Así es mi barrio, ¡Tu ven al barrio!”
(Fragmento de “Así es mi Barrio”,
Canción de SOCIEDAD FB7,
Álbum “En Medio de la Guerra”, Medellín 2004)
Tomado de (Arango y Pérez, 2004)


1. Introducción
El Proyecto Pasolini en Medellín Apuntes para una Etnografía Visual sobre la Periferia Urbana, que tuvo su origen en una tesis de pre-grado por parte de, en su momento, estudiantes de antropología la Universidad de Antioquia, pretende con jóvenes habitantes de barrios periféricos explorar la ciudad desde su propia perspectiva y su mirada. Por lo tanto, desde la “Transferencia de Medios”, ha construido una serie de procesos formativos en técnicas y conceptos (audiovisuales y etnográficos) que buscan convertir a los jóvenes participantes en una suerte de antropólogos visuales nativos, con el objetivo de que ellos puedan volver a su propio territorio -el barrio-, para observarlo nuevamente y detenerse en aquello que pareciera no tener ninguna importancia: lo cotidiano, y así pensar de manera crítica sus identidades barriales y los imaginarios que la ciudad y en gran medida la violencia ha construido sobre ellos.

Durante varios años, la metodología ha venido fortaleciéndose a partir de la continuidad del proyecto con jóvenes de otras zonas de la ciudad, quienes han replicado su aprendizaje, pasando de participantes a líderes en dinámicas de formación en comunicación, proponiendo de este modo nuevos caminos para los procesos y medios de comunicación alternativos[6].

Esta nueva reflexión sobre Pasolini en Medellín se da en el marco de el proyecto: Organizaciones Juveniles: ¿Espacios de legitimación, resistencia o alternatividad?, desarrollado por la Universidad de Norte, la Universidad de Antioquia, la Colegiatura Colombiana de Medellín y la Universidad Cooperativa de Colombia, el cual tiene como objetivo caracterizar las identidades políticas que se configuran en las organizaciones y dinámicas juveniles que trabajan en procesos de Comunicación para el Cambio Social en las ciudades de Barranquilla, Medellín y Bogotá, en Colombia. Uno de los aspectos novedosos que tiene esta experiencia es precisamente el hecho de haberse desarrollado en contextos urbano marginales pues en Colombia han sido estudiados casos en similares en contextos rurales como el Colectivo de Comunicaciones Montes de María Línea 21 (Vega J. y Bayuelo S., 2008).

La ponencia se desarrollará en dos partes. En primer lugar, un vídeo –adjunto- que incluye:
· una muestra de algunas producciones realizadas por jóvenes vinculados al proyecto –visualización de sus sentidos y estéticas-,
· una reflexión por parte de sus directores a través de un Making Off -la mirada que mira la mirada-
· y un análisis acerca de las características de los jóvenes que aceptaron la convocatoria, participaron en todas las actividades del proyecto y continúan de alguna vinculados a dinámicas de comunicación, de tal forma que nos permita entender, a partir de sus memorias, las motivaciones y expectativas que los llevaron a vincularse y las demandas que el mismo permitió satisfacer.

En segundo lugar el presente texto escrito, en el cual se incluye un breve contexto de la ciudad de Medellín y las características que han rodeado a los jóvenes en las últimas décadas, una descripción del proyecto Pasolini en Medellín, tanto metodológica como desde su enfoque conceptual y finalmente, el análisis acerca de las características de los jóvenes descrito en el párrafo anterior.

Si bien es cierto, el estudio pretende alcanzar una comprensión sobre los referentes identitarios de los jóvenes antes, durante y después del proyecto, la reflexión que se quiere presentar en este momento se detiene en el antes, en la indagación por los referentes históricos construidos a lo largo de la vida de los jóvenes que de alguna manera, desde su propia mirada, les hayan “llevado” o hayan contribuido para su vinculación y permanencia en un proyecto como el descrito. Los proyectos que logran ser apropiados y que vienen “desde fuera” no llegan en el vacío, requieren de una conexión con procesos y dinámicas sociales, que son las que en este caso se pretende entender.

Es por esto que hacer una investigación participativa no es una opción metodológica sino una condición obligada para la comprensión, se trata de alcanzar una reflexión conjunta entre académicos y participantes en el proceso. En este sentido, para activar los dispositivos de memoria y de reconstrucción de significaciones, ha sido básico el Taller[7] (Riaño, 2000) como técnica de investigación y en su desarrollo la elaboración de biografías individuales de participación en el proyecto y mapas mentales que les permitan proyectar visualmente las mismas, de tal forma que se puedan poner en común y así construir una mirada conjunta sobre los procesos tanto individuales como colectivos.

2. Contexto del proyecto

Para comprender y dimensionar la importancia de la propuesta “Pasolini en Medellín” es necesario precisar algunas características socio-históricas de la ciudad.

Medellín, “Ciudad de la eterna primavera”, es la segunda ciudad de Colombia; cuenta con aproximadamente 3.500.000 de habitantes incluyendo su área metropolitana; se encuentra dividida en 16 comunas que agrupan 249 barrios. (Alcaldía de Medellín). En la primera mitad del siglo XX se presentaron grandes transformaciones económicas, cuya base fue precisamente la creación de una fuerte infraestructura económica moderna, de base industrial y textil, complementada con una fuerte industria de servicios; esta característica le mereció el reconocimiento de “Medellín capital industrial de Colombia”; a finales de la década del 50, la ciudad sobresalió por su dinámica ejemplar de mantener el orden social y político que “aunque jerarquizado, manifestaba una dinámica ejemplar, de transformación y de fortaleza del statu quo institucional y político que sirvió de ejemplo para el país”. (Noreña, 2007).

Por otro lado, en este mismo periodo, la población creció en grandes proporciones principalmente por la llegada de migrantes de pueblos cercanos que venían, en su gran mayoría, a conformar la naciente clase obrera. El territorio se expandió con la formación de nuevos barrios impulsados por el gobierno local y se inició la prestación de algunos servicios como la energía eléctrica, el teléfono, el acueducto de hierro y el tranvía. (Naranjo y Villa, 1997: 21). Es así que para 1951, la ciudad había duplicado en 13 años su población; de 168 mil habitantes en 1938 pasó a 350 mil (Colombia, 1993). Este proceso se evidenció en gran número de barrios emergentes caracterizados por ocupación ilegal de tierras y transformación urbana de zonas con vocación agrícola. A finales de esa misma década se formaron en la ciudad los llamados "focos tugurianos" o "barrios piratas” caracterizados por el fraccionamiento de terrenos sin dotación de servicios públicos. (Herrera y Pérez, 2007).

Finalizando la década del 60, el modelo social y de desarrollo empiezan a expresar sus limitaciones y contradicciones, mostrando fisuras y señales de erosión evidenciando un estancamiento de la actividad industrial, una reducción de las fuentes de empleo que repercute en un deterioro paulatino de las condiciones de vida de la clase obrera. En este nuevo contexto, El Estado comienza a perder su posición de liderazgo frente a los habitantes de la ciudad; la percepción de orden, desarrollo y equilibrio que estaba fuertemente arraigado en el imaginario de los antioqueños, como ciudad pujante y emprendedora entra en crisis y se agudiza en la medida en que los bienes y servicios se comienzan a concentrarse en las clases dominantes. (Schmitter, Giraldo, y Patiño, agosto, 2006). La crisis que enfrenta la ciudad se manifiesta en los años 70 y 80 en una alta concentración del poder político por parte del Estado central, en un aumento de los niveles de exclusión política que elevan los niveles de delincuencia común y violencia.

A finales de los 80 y principios de los 90 “el estancamiento socioeconómico y la crisis socio cultural de la ciudad, se acentuó hasta niveles incontrolables y se aceleró, a través de una crisis de poder generada por nuevos sectores sociales emergentes, particularmente el narcotráfico, que pretendían disputar espacios antes exclusivos para las elites tradicionales de la ciudad”. (Noreña, 2007). La disputa por el poder desde la vía política, armada e ilegal facilitó el surgimiento de nuevos actores al margen de la ley como las bandas de delincuencia común, la presencia de las milicias como una nueva forma urbana de accionar de las guerrillas y la presencia de los paramilitares en la ciudad.

Según Herrera y Pérez (2006), la aparición de la figura del “sicariato” a finales de los ochenta y principios de los noventa, unido al fenómeno del narcotráfico en Colombia, configuró un nuevo escenario en el cual las “bandas juveniles” y los “barrios periféricos” o “comunas” constituyeron el epicentro de los análisis sociales.

De acuerdo con Alonso Salazar (1990), se estaba asistiendo a un fenómeno sin antecedentes, un nuevo escenario donde los jóvenes estaban dispuestos a morir, al estilo de los fundamentalistas islámicos o de los kamikases japoneses; con la diferencia sustancial de que estos suicidios no obran movidos por un ideal político, ideológico o religioso aparente: “ellos no sólo están dispuestos a morir en acciones espectaculares sino que viven una cotidianidad cargada de muerte. Cuando un joven se vincula a la estructura del sicariato sabe que su vida será corta. Muchos de ellos dan, con anticipación, las instrucciones para su entierro. En realidad le temen más a la cárcel que a la muerte.” (1990:148). Esta idea de “no futuro”, “no nacimos pa´semilla” ha estado reforzada por los trabajos cinematográficos de Victor Gaviria, en los cuales se insiste en la idea de un “eterno presente”, un “presentismo” y una “rutinización” de la muerte y el vandalismo.

Frente a este mismo escenario, y como resultado de un trabajo etnográfico con jóvenes del barrio Antioquia de la ciudad de Medellín, la investigadora Pilar Riaño Alcalá (2000) propone otra interpretación: “si bien el terror y la violencia han sido y continúan siendo una realidad diaria para estos jóvenes y mujeres, sus memorias dan cuenta que estos eventos son percibidos como extra-ordinarios por el dolor y sufrimiento que traen a sus vidas” (2000: 34). Desde una dimensión humana y de sufrimiento, la antropóloga Riaño cuestiona la rutinización del terror y la banalización de la violencia, “más que una sociedad donde el terror se banaliza, estamos en presencia de una sociedad donde la vida diaria se teje alrededor de los muertos y la muerte, no para rutinizarla o banalizarla, sino para evidenciar el dolor y el sufrimiento vividos” (2000: 33). Los recordatorios, los altares, las canciones, la historia oral de la muerte y de los muertos, los lugares nemónicos y las narrativas compartidas en la vida diaria, evidencian intentos de estos jóvenes por establecer una continuidad que pone en entredicho aquellas interpretaciones de un eterno presente.

El peligro de aplicar la lógica de la expansión de la violencia y los actores armados a la realidad humana de los sujetos, está de un lado, en dejarlos sin un lugar desde el cual localizarse, es decir, reducir las interpretaciones históricas a fenómenos observables desconociendo la complejidad de los procesos históricos; y de otro, en despojarlos de su capacidad de decisión, de “agencia”, al reducir los análisis en categorías dicotómicas como victimas/victimarios, dominados/dominantes, amos/esclavos. Lo más grave de estas conceptualizaciones, afirma la autora, está en que estos análisis oscurecen el hecho de que todo individuo, entendido como sujeto, es agente activo en la creación de su realidad histórica y social.

Por su parte, Alonso Salazar (2006) advierte que es simplista explicar la violencia de los jóvenes solo por factores de pobreza pues esto puede conllevar a errores en los modelos de intervención para enfrentar el problema. Más allá de la pobreza, “la violencia de los jóvenes surgen en contextos donde se mezclan el espejismo del consumo haciendo alto contraste con las precariedades materiales… requiere, en alguna medida, para su crecimiento de la existencia de “medios” como el narcotráfico, u otras formas de criminalidad o fenómenos como la guerrilla, que les sirven de techo” (p, 31), a lo cual adiciona el hecho de que “las bandas juveniles son utilizadas por otros poderes o ellas mismas evolucionan a formas de delincuencia con menos características etáreas y más “profesionalismo”” (p, 32).

3. El proyecto

El proyecto parte de la concepción de que las imágenes están por todas partes y permean la vida cotidiana en todos sus niveles, están ligadas a las identidades, a las narrativas, a las lecturas e interpretación del mundo de cada colectividad ¿Pero se sabe que significan? ¿Se ha preguntado acaso que hay más allá de sus evidencias sensibles? Seducida solo por su contenido, la mirada del proyecto Pasolini en Medellín se ha tornado contemplativa dejando a un lado toda indagación por las cargas semánticas, por la relación que se teje entre la evidencia y el ojo. En este sentido, no existe la imagen en si misma, tampoco la ciudad; solo a través de los ojos y las cabezas de los seres que las transitan adquieren un sentido, encarnan un cuerpo; y este es múltiple así como múltiples son sus significados.

El proyecto Pasolini en Medellín (Arango y Pérez, 2004) intenta explorar la multiplicidad de imaginarios urbanos que se han construido frente a la ciudad y la periferia; rescatando la mirada de mujeres y hombres jóvenes que habitan los barrios de la ciudad de Medellín. A través de una metodología de talleres de sensibilización articulados a partir de un eje antropológico (etnográfico) y otro audiovisual; se trabajan temas como lo urbano, los procesos migratorios, la periferia; al tiempo que se capacita en técnicas de fotografía y video, story board, escritura de guiones, montaje cinematográfico, rodaje y feed back o retroalimentación con la comunidad. Todo esto en el contexto de una atmósfera crítica que permita resignificar lo urbano, aportando a la construcción de un conocimiento nuevo que trascienda el contexto de la producción audiovisual.

Pese a que la convocatoria para hacer parte del proyecto nunca tomo forma material, a los talleres, llegaron 18 jóvenes de diferentes barrios de la ciudad, que provenían de dos grupos diferenciados por su manera de insertarse a la propuesta y por su previa experiencia en el ámbito de la producción audiovisual. El primero, conformado por jóvenes procedentes de los canales comunitarios del área metropolitana y que contaban con experiencia en la producción audiovisual y el segundo, conformado por jóvenes que se insertan al proyecto por iniciativa propia y que se consolidan entonces como independientes, encontrando en ellos un gran eco en cuanto a la propuesta etnográfica, la cual parte de una re-exploración del barrio en base a la observación y el diario de campo.

El proyecto está inspirado y lleva el nombre del director de cine Pasolini no tanto por su producción cinematográfica centrada en la mirada de los personajes marginales, la delincuencia y la pobreza de la Italia de la posguerra sino por su producción literaria en donde son claras sus apuestas por recuperar y reivindicar los relatos locales de las barriadas romanas, a partir de la construcción de historias sobre jóvenes que se atrevían a vivir la ciudad a partir de unas lógicas, unas visiones y unas estéticas alejadas de la burguesía romana, construyendo de paso una identidad popular con características muy similares a las encontradas en la ciudad de Medellín, y es que Roma y Medellín comparten una historia de poblamiento común: las migraciones rurales, a partir de las cuales ambas ciudades se fueron configurando y en donde desde los barrios periféricos se proponían otras formas de habitar la ciudad. De otro lado, la apuesta estética de Pier Paolo Pasolini, tanto en su literatura como en su cinematografía, fue una guía importante para construir (re-construir) reflexiones que permitieran pensar desde otros lugares la ciudad de Medellín que desde hace 20 años se encuentra golpeada por conflictos producidos por el narcotráfico y violencias generadas por diferentes actores armados.

Sin embargo, metodológicamente el proyecto está construido sobre las bases heredadas de Jean Rouch, quien en sus viajes a África propone la transferencia de medios como una estrategia que permitía pasar la mirada de los ojos de los investigadores hacia los ojos de los protagonistas, en busca de reivindicar los relatos locales, desde las lógicas y estructuras narrativas de los nativos, las cuales ofrecían una riqueza semántica, estética y narrativa para la compresión de los contextos culturales.

Otra motivación que llevó a proponer un estudio de esta naturaleza está en la ausencia de propuestas académicas que rescataran una mirada de lo periférico y de lo joven, más allá del dato estadístico propio de los estudios positivistas. Este sesgo en la mirada llevó a los tesistas de antropología y directores de este proyecto, a una revisión de productos más profanos como películas arguméntales y producción literaria. En esa búsqueda, aparecieron trabajos como la legendaria película de Víctor Gaviria “Rodrigo D” en la que se muestra como el fenómeno del narcotráfico construye una relación maniquea con la figura del sicario en los barrios periféricos. Otro de los textos encontrados fue “No Nacimos Pa´ Semilla”, de Alonso Salazar, que más que un texto sociológico se convirtió en el libro de aventuras en que los jóvenes reconocían su historia como algo mítico y de igual valor que la historia nacional.

En los últimos cinco años, los trabajos que han abordado la periferia desde la antropología se han visto convocados a mirar los desplazados por la violencia y los desastres naturales; pero han dejado de lado la mirada de la periferia entendida como espacio fragmentado donde se producen maneras de habitar que complejizan a los sujetos, en la medida en que estos sólo pueden localizarse en el transito entre permanencias e inestabilidades.

El proyecto también discute la postura antropológica tradicional –de cierto modo esterilizada por los intentos de validar su discurso como científico y objetivo- fijando su mirada en los espectros –es decir, acercándose exclusivamente al contenido visible de las imágenes- , en los cuales se limitó sus encuentros con el universo imagético, y su único proyecto consistió entonces en traducir lo visual en palabras, entendiendo las imágenes como un simple dato[8]; y así, no pueden más que ilustrar su discurso, en donde solamente las palabras son el mecanismo para la elaboración de ‘conocimiento’[9].

Desde Rouch (1979) se plantea una aproximación reflexiva al discurso visual como una ruta alternativa para la denominada antropología visual, que apunta entonces no a traducir ni a ilustrar, sino mas bien a explorar las diversas posibilidades semánticas que ofrecen las imágenes para la construcción de conocimiento, tanto desde sus contextos de producción como desde sus contextos de observación; ejercicio que además plantea descentralizar la mirada para acercarse a otros discursos, a otras representaciones de la realidad y para hacerlo cuestiona sus metodologías, sus preceptos teóricos, que deben reconfigurarse para abordar la alteridad, insinuando una ruta que todavía esta por construirse

Debray (1994) sugiere una posible ruta que conjuga a la vez: una historia del arte, que se ocupe de las técnicas de fabricación; una semiología, que se ocupe de los aspectos simbólicos; y una historia de las mentalidades, que se dedique a pensar el papel que ocupan las imágenes en la sociedad. Pero esta triada no podría abordarse de manera independiente, la propuesta sería entonces reconocer en estos tres niveles de análisis -técnico, simbólico y político-, la complejidad de las imágenes, su polisemia, y por lo tanto la necesidad de establecer un corpus metodológico que permita aproximarse a la unidad de la figura, desde las relaciones que se tejen entre sus intervalos. Y en este sentido, los desarrollos tecnológicos, los de la teoría cinematográfica y fotográfica, podrían dar luces acerca del potencial de las imágenes como alternativa de discurso antropológico, y de igual manera una aproximación etnográfica a las imágenes podría servir de apoyo para la producción e interpretación de estas.

En conclusión, una propuesta antropológica, desde lo que se denomina como una etnografía visual, no significa empacar la cámara en el kit del etnógrafo, sino la construcción de todo un corpus metodológico que permita que esas imágenes posibiliten la construcción de conocimiento, desde la misma producción, así como desde posteriores contextos de visualización.

Después de trabajar más de 6 años en el Proyecto, con distintos jóvenes de la ciudad es posible identificar los siguientes logros en los participantes:

Los participantes construye una mirada más crítica frente a su entorno social que va más allá del barrio que habitan.

Los jóvenes han podido encontrar “otras” maneras de contar su realidad, de acercarse e interactuar con distintas situaciones y personas. Es decir, los jóvenes han pasado de lo indicativo y objetivizante -que quiere ser la voz de un narrador- a lo pictórico, polisémico e interactivo que puede ser en muchos casos la sola imagen.

La violencia y sus historias no fueron en ninguno de los participantes, un discurso generalizado al que alguno de ellos quisiera entregar un poco del tiempo de sus relatos. Si bien en los trabajos realizados se parte de los sucesos acaecidos durante conflictos urbanos, su búsqueda trasciende hacía los individuos y como su interior se pone en juego ante las situaciones que trae el conflicto armado: lucha de poderes y prestigio, encierros, imposiciones, temporalidades.






4. Reflexiones sobre los jóvenes participantes en el proyecto

A partir de los talleres de memoria, fue posible construir entonces una reflexión colectiva en torno a las características de los jóvenes participantes en el proyecto, que pudieron incidir en la decisión de su vinculación.

En principio es importante anotar que los jóvenes participantes en la investigación, que constituyen parte de quienes han venido dando continuidad al proceso, provienen en su totalidad del grupo que al momento de su incorporación al proyecto no estaba vinculado a ningún canal y no tenían experiencia alguna en producción de medios. Llama la atención por cuanto la relación con el medio no constituye en sí misma el propósito de su trabajo, sino el reto de la construcción de las nuevas miradas y relatos sobre su barrio.

Una de las principales características comunes a los participantes en el proyecto, incluyendo uno de sus impulsores, es que provienen de los barrios de la periferia de la ciudad y que en la mayoría de los casos han recibido la presión de alguna de las violencias presentes en sus contextos, que no son iguales para todos los casos. Sin embargo, aunque todos ellos han sido activistas en procesos de cambio en sus localidades, nunca optaron políticamente por vías no legales sino por el contrario a partir de la búsqueda de canales de expresión que les permitieran visibilizar sus apuestas.

“uno se da cuenta que todos somos de los sectores populares de las ciudades o bien sean también rurales que han sido golpeados por la violencia.. y eso hace, precisamente que emerja la necesidad de resistencia y de expresar”.(Sandra Benítez, Joven participante en el proyecto, en Taller Historia de Vida, exploración preliminar con el grupo Pasolini en Medellín, Mayo 22 y 23 de 2008)

Sin embargo, esa necesidad de expresión de estos jóvenes, por un lado, no es posible que sea canalizada por los partidos políticos[10], pues las agendas de los mismos en el caso colombiano se alejan cada vez más de las problemáticas propias de la población y se ocupan más de su propia supervivencia, y por el otro, las instancias de participación juvenil en su mayoría son espacios formales que no posibilitan una efectiva participación que conlleve a la resolución de necesidades. Es por esta razón que estos jóvenes buscan otras vías que les permitan expresarse, las cuales no se encuentran institucionalizadas y que muchos de los casos se expresan precisamente contra una institucionalidad excluyente.

Sin embargo, ¿de donde proviene entonces esa búsqueda de formas y espacios de expresión de estos jóvenes de Medellín?

Es notoria en primera instancia la presencia de la figura de la mujer, más que la familia, como referente de socialización en los participantes en el proyecto, en la mayoría de los casos, la abuela, la tía o la madre fueron un estímulo motivador y orientador hacia el trabajo con los otros, hacia la persistencia, hacia la búsqueda de sus propios sueños y como afirmadora de la confianza en sí mismos como sujetos. La figura del padre fue vista en algunos casos inclusive como obstáculo y como limitación para asumir sus propios retos.

Otro elemento en común ha sido la sensibilización hacia procesos de creación y de expresión artística. La mayoría de estos jóvenes estuvieron vinculados a grupos de teatro y en algunos casos han desarrollado una gran afición por la escritura y la narrativa.

“yo veo dos cosas que salen ahora cuando estamos haciendo las exposiciones, que han marcado varias de las historias, son el teatro y el trabajo comunitario, como que muy parten desde ahí”(Eric Baniz, Joven participante en el proyecto, en Taller Historia de Vida, exploración preliminar con el grupo Pasolini en Medellín, Mayo 22 y 23 de 2008)

En consonancia con la apreciación anterior, previamente a la vinculación al proyecto Pasolini, en su totalidad los jóvenes estuvieron vinculados a procesos de trabajo comunitario, de trabajo “con el otro”, como lo expresa Carlos Santos, otro de los jóvenes participantes. Se muestra entonces una necesidad de influencia en el entorno y la participación en algunas expresiones organizativas con el propósito de resolver situaciones en el ámbito local.

Procesos como los anteriores les han permitido por una parte, ir adquiriendo de manera paulatina una cierta formación política orientada en primer lugar hacia la construcción de lecturas críticas sobre la realidad y de fortalecimiento de su autonomía, y por el otro, una apertura hacia el aprendizaje y hacia los cambios lo cual les hace proclives a vincularse a experiencias y procesos que les posibiliten retos y que constituyan canales de expresión para sus propias apuestas.

En conclusión, todos tienen la necesidad de expresarse, sin embargo en su momento no contaban ni con las capacidades ni con las herramientas necesarias para comunicarse como proyecto de sociedad, es decir para construirlo, por eso buscaban encontrar un lenguaje distinto para hacerlo. Buscaban escenarios como los que les ofrecería Pasolini en Medellín que les permitiera construir una realidad, un mundo, pero con una nueva mirada, con otros sentidos. Es una búsqueda de lenguajes y estéticas que les permitieran no solo interpelar los discursos y lógicas dominantes de interpretación del mundo[11] sino también proponer nuevos mundos a partir de nuevos discursos e interpretaciones que irían construyendo en el proceso.

Otro aprendizaje que nos deja la indagación desarrollada hasta el momento tiene que ver con la pertinencia y oportunidad de los proyectos. No es posible pensar que un proyecto como Pasolini en Medellín pueda ser diseñado con el propósito de convocar a todo tipo de jóvenes de manera indiscriminada, con seguridad convoca a quienes hayan ido construyendo una importante necesidad de expresión y encuentre en este tipo de medios, una salida y una posibilidad para hacerlo. No se trata sólo de medios, se trata también de sentidos, se trata de ojos y cabezas que remiran el barrio y su contexto. Es tal vez por esta razón por la que quienes tenían una experiencia en medios no se involucraron de la misma manera en el proceso, porque para ellos la relación con el medio ya había ido constituyendo una experiencia centrada en el medio mismo y no en la mirada que se construye en el proceso.





5. Bibliografía

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6. Material audiovisual sobre jóvenes en Medellín

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Gaviria, Victor (1989). Rodrigo D: no futuro. Largometraje.

Gaviria, Victor (1998). La vendedora de rosas. Largometraje.

Gaviria, Victor. (2004) Sumas y restas. Drama.

Maillé Emilio. (2005). Rosario tijeras. Drama.

Schroeder, Barbet (2000). La virgen de los sicarios. Drama.


[1] En el proyecto de investigación se encuentran vinculados además Erik Baniz León, Sandra Benítez, Duvan Londoño y Carlos Nicolás Santos, integrantes del proyecto Pasolini en Medellín, Edgar Gómez y Akemis Sánchez -estudiantes de la Universidad del Norte-, Kelly Pozo -Joven Investigadora Colciencias/Universidad del Norte, Juan Sebastián Salazar –estudiante de la Universidad Pontificia Bolivariana y Alejandro Yépez –estudiante de la Universidad de Antioquia- como asistentes de investigación.
[2] Antropólogo, co-director del proyecto Pasolini en Medellín. Apuntes para una etnografía visual sobre la periferia urbana. elinstantaneo@yahoo.com
[3] Antropólogo, co-director del proyecto Pasolini en Medellín. Apuntes para una etnografía visual sobre la periferia urbana. camiloperezquintero@yahoo.com.ar
[4] Licenciada en Filósofía y Magíster en Comunicación, profesora de la Universidad de Antioquia. perezmoni2000@yahoo.com
[5] Sociólogo y Magíster en Estudios Político-económicos, profesor e investigador del Grupo de Investigación en Comunicación y Cultura PBX de la Universidad del Norte. jvega@uninorte.edu.co
[6] Ejemplos de esto son los grupos y medios comunitarios construidos o fortalecidos a partir del proceso como lo son: la revista KINESICA de la comuna 13, el grupo de producción audiovisual CLARO OSCURO PRODUCCIONES de la comuna 13, la corporación CARABANTU del barrio Moravia, el grupo de comunicaciones PUERTA ABIERTA del barrio el Limonar y el COLECTIVO PASOLINI EN MEDELLIN.
[7] En los espacios: Taller de exploración preliminar con el grupo Pasolini en Medellín, Mayo 22 y 23 de 2008 y Jornada de reflexión sobre avances del proceso de investigación con el grupo Pasolini en Medellín, Julio 25 y 26 de 2008, participaron seis integrantes del grupo incluyendo sus dos directores.
[8] “Images may become ‘the basis for systematic knowledge’. However images can only ever be ‘primary evidence’ that has an ‘independent authority’ and ‘authenticity’, but that ‘may often have no place in the final product of the research, except as occasional ilustrations” (collier and collier, en pink, 2001: 96)
[9] “mientras la información etnográfica puede ser registrada visualmente, el conocimiento etnográfico es producido mediante la traducción y abstracción de esos datos en el texto escrito” (While ethnographic information may be recorded visually, ethnographic knowledge is produced through the translation and abstraction of this ‘data’ into writen text. sara pink, doing visual ethnography, pag 96)
[10] Si bien es cierto los partidos políticos no constituyen instancias de participación ni de representación para los jóvenes de estos sectores de la ciudad, también lo es que en las coyunturas electorales estos partidos se nutren ampliamente de la votación de estos sectores, convocándolos con prebendas coyunturales.
[11] Al respecto vale la pena destacar que existe un estudio previo sobre organizaciones juveniles realizado en el Departamento del Atlántico en el cual se evidencia como las identidades que se producen en las organizaciones juveniles con algún grado de estructuración se constituyen mayoritariamente como identidades legitimadoras de las lógicas adultas y en menor medida como identidades de resistencia o identidades con proyecto desde los jóvenes. Vega, J. y Escalante, K. (2007) Organizaciones Juveniles: ¿Espacios de formación ciudadana? En: Signo y Pensamiento. Volumen XXVI julio – diciembre. Universidad Javeriana.

1 comment:

Keila Saray Escalante Orozco said...

La investigación 'Organizaciones Juveniles: ¿Espacios de legitimación, resistencia o alternatividad?' presentada a Colciencias, realmente es el resultado de una primera investigación realizada en el Atlántico con las organizaciones juveniles de este departamento, la cual se nombra en la cita número 11como un elemento de añadidura. Pues ese elemento de añadidura es la propuesta originaria y la propuesta a Colciencias, la propuesta orginal de esta segunda parte. No saber esto es no entender la naturaleza de todo el proyecto.
Keila Saray Escalante Orozco
Comunicadora Social y Periodista
Máster en Cooperación al Desarrollo